sábado, 7 de mayo de 2011

EN LA SOLEDAD DE LOS TRES PALOS

En estos tiempos en que los niños  sueñan con ser Messis o Cristianos, o antes Zidanes o Rivaldos, a Cruyff o Pirris, siempre a estado presente la figura del unico especialista de un equipo. El Portero.
Todos sabemos que el portero es distinto, viste diferente a todos los demás dentro del terreno de juego, tiene unas atribuciones propias del puesto, como coger el balón con las manos dentro de su área, etc...
Nadie te había enseñado que el portero se debe situar más o menos y dependiendo de la posesión a una cierta distancia del central, para estar atentos a los balones a la espalda de tu defensa y así poder adelantarte a ellos y evitar el peligro. Claro que aunque con muy buena voluntad, más que acierto, también te decían donde te debías colocar en un saque de esquina y muchas otras cosas que erróneamente se creía a pies juntillas, como, hacía que lado te tenias que tirar en caso de penalti… sin pensar… elegir un lado y lanzarte con todo, sin tener en cuenta como hoy, otros muchos factores que analiza el portero antes de que se ejecute la pena máxima.





“La soledad del guardameta”, que frase más categórica y terrible, ¿verdad? ¿Quién no se ha sentido alguna vez así? Si tenéis suerte y disponéis en vuestro equipo de un entrenamiento especifico de porteros, os habrán enseñado que esto ya no es del todo así. El portero es uno más, y participa activamente en las victorias y derrotas del equipo, y no es el responsable único de ellas.
 Ya no solemos oír eso de: “hemos perdido o ganado por el portero”, esto era muy injusto, ya que a los jugadores se les preparaba para una labor específica y al portero solo se le inflaba a pelotazos.
Afortunadamente esto ha cambiado, y aunque el equipo no tenga un preparador de porteros, el  entrenador principal se preocupa de saber qué es lo que puede hacer con el portero, o por lo menos pide ayuda a los que si sabemos.
Los murmullos de la grada, aunque siguen existiendo, dependiendo de un campo u otro, el mirar hacia otro lado cuando el portero comete un error, todo eso afortunadamente se esta acabando. Es muy raro ver a un jugador de campo hacer un reproche al portero, ahora se le anima y hasta creo, o quiero creer, que se solidarizan con él, o eso quiero creer.
Esta soledad viene a cuento de un anuncio de Coca Cola (muy bueno, por cierto), en el que se veía un portero en su area,  con empate a cero el el marcador, pocos segundos para terminar el partido, su equipo atacando y en un córner se anima a subir a rematar un balon. Me encanta este anuncio, me encanta el ambiente, me gusta la ropa del portero, sobrio de negro, como mandan los cánones. Toda mi vida  me quede con ganas de subir a un remate, y nunca me lo permitieron, cuando hacia un amago me caía encima una bronca del quince.
Creo que a todos los que hemos sido o somos porteros, entendemos a la perfección este anuncio, dice mucho del carácter y de esa soledad de la que siempre han hecho gala los guardametas, aunque no nos haga demasiada justicia, visualmente es impactante.








No hay nada más reconfortante para un guardameta que poder dialogar con otra persona que, aunque no hubiese sido profesional, haya estado situado en una portería. Es tanta la similitud de ideas y tan semejante la forma de observar la realidad que, a veces, resulta digno de sorpresa. Se podría concluir incluso que, como los toreros, estamos fabricados de otro material. O tal vez sea que las experiencias comunes nos han hecho muy parecidos.Desde la portería puede haber dos formas de escenificar ese sentimiento de soledad que embarga a todo guardameta durante un partido de fútbol: en una primera, esa soledad que a muchos puede llegar a volver locos –quizá sea ella la culpable de que a los arqueros nos etiqueten de alocados- puede ser comparada con una simple canción de amor o más bien de desamor, donde aparece el desamparo del enamorado destrozado de dolor porque alguien le abandonó y le dejó vacío. Así puede aparecer este sentimiento temible (el lado oscuro y muchas veces tabú) como en algunas de las composiciones de Alejandro Sanz (“Mi soledad y yo” por ejemplo, que sirve de título a este texto) o Antonio Orozco, por nombrar a algún cantautor nacional, comparable al miedo a la soledad del anciano que no quiere llegar nunca a estar así porque a veces se siente un estorbo.La segundo forma, quizá, sea el contrapunto de la anterior. Se trata de la soledad observada desde el punto de vista de tener la necesidad de estar así y sentirte bien en tu propio espacio.




 El deseo de que nadie venga a molestarte cuando tú estás disfrutando de esa anhelada situación. Los hay que prefieren esa soledad, los conocidos como bohemios, que pasan la vida de una forma sosegada y a los que estar a solas les hace sacar desde lo más profundo de su interior una simple poesía, la admiración por un paisaje o la realización de variopintas actividades.La mente es libre para pensar cualquier cosa y, en soledad, todavía más. Pero entonces, cuando un portero está solo, ¿en qué piensa?, se preguntarán algunos. Muchos pueden creer que cuanto más tiempo esté sin nadie alrededor, mejor para su equipo, ya que así no encajará goles. A mi parecer, sin embargo, la concentración durante un encuentro te hace estar tan cerca como tan lejos de la jugada, ya sea en el área contraria o en la tuya propia. La mente, instrumento poderoso, es capaz de analizar ese lance del juego en la portería opuesta como si fuera en la tuya. Ahí estaría la semejanza con los bohemios.En esos casos, el guardameta puede llegar a ser o a sentir lo mismo que esos personajes solitarios que pueden hacer que sus mentes viajen a sitios muy distintos. También puedes sentir esa temida soledad, aún más cuando has cometido un fallo y sientes que estás solo: tú y el balón. Lo demás todo sobra: los jugadores, el público, el mister, las cámaras… Ése es el lado más temido de cualquier portero, aunque en el aspecto psicológico el arquero debe ser fuerte, controlar sus pensamientos y sentir que la soledad es el único “amigo” que está contigo durante todo el partido. Es como tu sombra: nunca te va a dejar solo.Sin duda, Alejandro Sanz tuvo que jugar de portero en su niñez o algo así. Si no, escuchen con detenimiento esa buena canción “Mi soledad y yo”, fiel reflejo de nuestra realidad muchas veces en el campo de juego. Sólo espero no haber filosofado demasiado y que este reportaje haya servido de algo. Aunque si nunca te pusiste bajo los palos, te costará comprenderlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario